Bruno y su novia Raquel y el hermano de esta Cristian son un trío criminal que se dedican a chantejear parejas que van a las casas de citas a consumar sus adulterios, ellos los espían averiguan sus números de teléfono y les someten asedio para que paguen por su silencio. Max y Merche son dos de sus víctimas. El juego empieza y su final sera imprevisible.
Carlos Zanón es un poeta, metido a novelista de serie negra y a fe que sale triunfante en esta novela, donde nos narra una Barcelona real, fuera de cualquier atisbo de postal. La Barcelona de la Pau y la Verneda, de la ronda del Guinardo a la calle Amilcar, la de los yonquis, tahúres y chantajistas de los que duermen en cajeros o en habitaciones alquiladas a nigerianos. Zanón nos propone un relato alejado de los cliches del genero, no hay detective carismático, ni buenos, ni malos y la fina linea de la moralidad es traspasada constantemente, dotando al relato de una tesitura áspera y rugosa, plagada de elementos culturalmente dispersos. Prescinde como decía de la figura del detective carismático, pero sus protagonistas son terriblemente humanos. Con sus manías sus fobias y en algunos casos ciertas dosis de escatologia, tal y como es la vida detalles que dotan de veracidad a la narración.
Ayer ví Madrid, 1987 de David Trueba que me pareció a ratos interesante pero en general pretenciosa y bastante nefasta pero en un momento dado Jose Sacristán dice que le gustan las películas en que los personajes comen y ahí me sentí identificado, también me gustan esos detalles que dotan de realismo a lo contado y en ello Zanón lo hace a las mil maravillas, sus personajes, comen, beben, fuman, follan y juegan y todo ello para envolver una historia negrísima de perdedores en busca de un mañana mejor. Como única pega es que a veces la narración pega giros bruscos y y te pierdes ligeramente. Por lo demás es una novela altamente recomendable (para Sant Jordi)..
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