Debo confesar que empecé a leer esta novela con desgana, ya que la contraportada hablaba de la historia real de un asesino en serie y me había imaginado un libro tipo Seven o El silencio de los corderos. Y lo que encuentras desde la primera página es la autobiografía de un asesino de ancianas ya preso y esperando juicio. La novela esta narrada a partir de los puntos de vista de diferentes personajes que interactúan con el asesino y que van desde el juez de instrucción, un escritor que quiere escribir un libro, sobre el psicópata en cuestión, a un compañero de celda y por la voz del propio asesino. Este estilo me recuerda al de Celda 211, novela posterior, que al igual que Viejos Amores, es narrada a partir de distintos puntos de vista.
La novela esta escrita casi enteramente a base de diálogos y encuentro que tiene un estilo muy teatral siendo la descripción del espacio escasa. La verdad que estuve tentado en abandonarla en la página 50, pero hay una fuerza en los diálogos y una sordidez que se va desgranando poco a poco que acaba enganchando de forma absolutamente irremediable y es que Juan Madrid demuestra una vez más su maestría en esta crónica sobre un asesino que va pudriendo todo aquello que toca.
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