miércoles, 18 de septiembre de 2019

Muerte a los Normies de Angela Nagle

Contracultura: Es un movimiento cultural y social caracterizado para contraponerse a los valores culturales y ideológicos que dominan la sociedad.

Este libro explica como la contracultura actualmente es de derechas porque la izquierda ganó la batalla cultural a partir del Mayo del 69 y estableció sus valores como los hegemónicos. La contracultura  de izquierdas venció en los 70/80 (que luego fuera fogacitada y absorvida para amansar las fieras al hacerla inocua ya es otro tema) mientras, por su lado, la derecha ganó la guerra económica. Es decir, lo postulados de la izquierda  referentes a la discriminación positiva, el arte,  el canon occidental, la censura, el feminismo y la pornografía han pasado a ser mainstsream y aceptados por la mayoría de las sociedades occidentales. Trump venció gracias a los movimientos contraculturales de principios de 2010 y al surgimiento de la Alt-Right. Contracultura es atacar al sistema y al canon establecido, Trump ataca la supuesta hipocresía del pensamiento políticamente correcto. En consecuencia, Trump es contracultural.  

La derecha, decíamos, ganó la batalla económica. Reagan y Tatcher fundaron el neoliberalismo y el mundo se está yendo a la mierda desde entonces. La derecha recortaba derechos sociales, se reventaba  los derechos sindicales pero, como supuestamente combatía el marxismo y los enemigos del país, sus votantes eran felices. La izquierda, mientras defiende sus postulados culturales,  puede reventarse Oriente Medio a base de drones sin demasiada afectación electoral. O establecer políticas liberales sin  objeción. La clase obrera toma conciencia de ser clase benestante, por lo tanto ya no han de cambiar el mundo, y se vuelve de derechas. Los debates que sí que se  radicalizan son los raciales, los sexuales y de género. Esta radicalidad es vista como algo a combatir por parte de la derecha y de la Alt-Right. 

Y la izquierda como venció y hace pasar políticas liberales como cosas de izquierda (contratos basuras, etts, liberalización del transporte, impedir referéndums)  se aburre. Y como se aburre crea debates inútiles e inocuos alejados de la sociedad. En este libro se exponen diferentes ejemplos de como la izquierda americana, mediante blogs y foros de Tumblr, se enfangaba en luchas cainitas y estériles. Por ejemplo,  se formó un debate sobre la definición de género. Simplificando un poco, tenemos que existen 14 tipos de géneros identitarios.  Otro ejemplo de esta futilidad fue cuando una oradora de izquierda, que trataba temas como la interseccionalidad, fue boicoteada en una universidad porque en sus escritos  no utilizaba los artículos neutros. Por ello descriminaba a los transexuales,  por lo que fue  vilipendiada por sus propia gente. La izquierda además se autofustiga por ser blanca y hegemónica.  O juzga el canon occidental cultural con parámetros actuales y lo cuestiona todo, socava los fundamentos sociales y con ello consigue desnortar a mucha gente. Porque para tener algo a lo que seguir no hace falta comprenderlo todo, pero sí que la idea quede clara. Si  se marea la perdiz y  se confunde al votante,  el joven bacala sin demasiado posicionamiento político ve un meme descojonándose de todo ello  y  se va a votar a Trump de cabeza. Porque los memes de derecha juegan con una ventaja; pueden ser todo lo politicamente incorrectos que deseen sin ningún límite para  atacar al sistema. La antigua derecha moralizadora y cristiana no hubiera permitido esto, pero la Alt-Right ya no es cristiana, bebe del nihilismo, la incorrección y del individualismo extremo. Mientras la izquierda no puede ser incorrecta o faltona porque tiene moral. 

La izquierda monopoliza el debate público porque cualquier opinión que se salga de su buenismo ideológico es censurada. Esta censura es aprovechada por la Alt-Right para llamarlos intolerantes y fascistas (sic). La derecha, o más bien la Alt-Right,  tiene toda una horda de trolls de internet que crean infinidad de memes, enfangan debates a base de insultos, amenazan y boicotean  páginas webs. Cosas absolutamente primarias, pero que hacen calar su posicionamiento entre sus bases, o mediante el desprecio al otro, ganar adeptos a su causa. Dos ejemplos locales que hemos visto hace poco serían: uno el caso de las defensoras de las gallinas violadas (1); y dos la revelación de Pilar Rahola que el antiguo rey de España le toco una teta. Las reacciones viscerales en los dos casos son ejemplos de esta nueva forma de contracultura. En el primer caso es una forma de desprestigiar la cultura vegana, en el segundo caso de atacar al feminismo.

En definitiva, la izquierda ha desconectado de la realidad y de sus bases y esto ha sido utilizado por la derecha para ocupar su lugar. No en vano el nuevo fascismo está arraigando en barrios obreros. Alguien de Monrovia (Indiana) ve a Hillary Clinton y no conecta con ella  porque su mundo cosmopolita lleno de ensaladas-gintonics  no es el de la América profunda. Mientras Trump gana porque se enfanga en opiniones populistas y deviene cultura ya que, supuestamente, piensa como ellos.  En este caso hablamos de cultura no como elemento artístico sino como lo que define una sociedad y sus características propias.  Estas son algunas de las conclusiones a las que que he llegado al leer el libro, pero Angela Naggle vertebra este relato a través de la guerra cultural que se produjo en Internet a principios de 2010 hasta nuestros días. La autora afirma, después de todo lo expuesto, que hay que acabar con la actual contracultura, opinión que me ha volado la cabeza.
pd: los normies son la gente supuestamente alienada por lo mainstream y que no se entera de que va la vida.


(1). Póngalo en el buscador que pasó de difundir según que webs. 

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