Geralt de Rivia esta de vuelta. Sapkowski nos presenta una precuela de su famosa saga, anterior a los dos primeros libros de relatos, por ello quizas tenga una estructura similar. La historia se desarrolla entorno a un gran Mc
guffin, Geralt llega al reino del Kernack y tras entablar relación con Coral la hechicera del lugar le son sustraidas sus dos espadas, la de acero y la de plata. A partir de aquí se van sucediendo toda una serie de aventuras, hilvanadas ligeramente por un nexo común que es la recuperación de las armas.
El escritor polaco, vuelve a hacer gala de su arte literario, diálogos vividos con diversos acentos y modos de hablar. Jugueton con los tiempos narrativos y con algún que otro homenaje ya sea literario o cinematográfico. Y es que Sapkowski bebe de todas las vertientes del fantástico, recordemos por ejemplo el inicio de Narrenturm y su plagio (dicho con todo el cariño) a Regreso al futuro. Lo que convierte sus obras en un delicioso batiburrillo pop-medieval acollonant por no decir posmoderno. Su escritura resulta rica en matices y registros, a veces vulgar, otras llena de sabiduría y frases lapidarias.
Estación de tormentas desprende un tono de obra menor, pero endiabladamente divertida, eso y volver a saber de las aventuras de Geralt, Yennefer o Jaskier la convierten en un ejercicio de nostalgia de primera calidad para aquellos seguidores de la saga de Sapkowski. Así mismo esta historia circular deja un gran sensación.
Más allá de los videojuegos que son una continuación directa del final de La dama del Lago, en su epilogo queda una ventana abierta para futuras aventuras literarias del lobo blanco.
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