jueves, 26 de diciembre de 2019

El orden del día de Éric Vuillard


Se puede hacer spoiler del relato histórico? Una persona más o menos cultivada conoce a grandes rasgos la historia de su país y si hablamos de los nazis  todo el mundo conoce sus gestas de 1933 a 1943: sus arrolladoras victorias político-sociales y su poderío militar, esa máquina imparable de destrucción e imposición. Estas cuatro líneas definen la visión que se tiene de los nazis: fueron una apisonadora que al final gracias a la URSS se consiguió derrotar a base de sangre, sudor y lágrimas. El relato político de los hechos hace que se vea como lógica su ascensión en un país deprimido tras la primera guerra mundial, con una crisis económica galopante y agravada,  tras el crack del '29, surgió un líder carismático que dio una nueva esperanza a un país deprimido. Así se justifica el triunfo del nazismo. En este blog a lo largo de este 2019 he hablado largo y tendido sobre las características del fascismo/nazismo. No las repasaré ahora. 


Éric Vuillard a lo largo de esta novela se dedica a detonar parte del mito del nazismo. Lo hace a partir de los sucesos que llevaron a la anexión de Austria por parte de Alemania en 1938. Con este libro  desmonta la visión que tenemos del nazismo, que siempre se ha considerado como una maquinaria bien engrasada e imparable.  A su vez muestra como el pueblo alemán se sintió fascinado por estos psicópatas. La cosa fue posible gracias a una propaganda que funcionaba como una apisonadora (la imagen de lo nazi es la esencia de lo cool; su look, con esos trajes Hugo Boss, transmitía carisma) y a la ocultación de la realidad. Vuillard en cada capítulo explica un día que contribuyó a llevar a Hitler al palacio de Sisi: desde las primeras conversaciones con las grandes empresas alemanas que pagaron la campaña electoral de Hitler (Opel, Siemens, Bayer), hasta el juego diplomático y psicológico que éste y los suyos se llevaron con los políticos austriacos hasta hacerlos abdicar en pos de una Gran Alemania. Todo ello envuelto en una halo de cutrez y patetismo que desmonta la épica de la historia.

Éric Vuillard define el nazismo a base de trazos a la perfección: fueron unos gángsters asesinos, vendedores de humo, unos cerdos capitalistas, que se aprovecharon de la mano de obra esclava. Y las grandes empresas apenas pagaron por ello tras la guerra,  porque fueron las élites las que después reconstruyeron Alemania, pasando de recibir cruces de hierro a medallas de la Alemania Federal.

El orden del día es un relato minimo pero preciso. Vuillard no inventa la Historia (así con mayúsculas), la literaliza pero todo lo que cuenta sucedió. La narración funciona como un tenso thriller con cierto aire de patetismo, con unos líderes taimados y con arranques de dignidad por parte de sus protagonistas. Una de las grandes virtudes de la novela es que no está exenta de humor ante las vicisitudes del destino. Aunque también indignará y estremecerá al lector cuando descubra por qué les cortaban el gas a los mayores consumidores de Viena. El libro, pues, resulta una brillante novelización histórica, que en poco menos de 140 pps enseña las causas y las consecuencias del periodo nazi.

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