Como empezar esta reseña, La estación de la calle perdido resulta una obra descomunal en todos los sentidos, extremadamente ambiciosa, muy ampulosa y con un lenguaje algo recargado, con descripciones a cada una más exótica y extraña. Nueva Crobuzón, una ciudad abigarrada, recargada de seres a cada cual más extraño. China Miéville da rienda suelta a toda su imaginación y esculpe con parte de ella esta monumental obra.
La estación de la calle perdido es su segunda novela tras El rey rata , en ella desarrolla su estilo más barroco que proseguiría -por lo que he leído- en sus continuaciones: La cicatriz y El consejo de Hierro ambientadas igualmente en este mundo llamado Bas-lag pero en otras localizaciones. En ella Miévielle juega el todo por el todo la fantasía por la fantasía, lo extraño por lo extraño, todo ello en un mundo claramente steam-punk, donde el Londres victoriano se cambia por Nueva Crobuzon. Donde el ambiente forma parte del todo, el éxito de esta novela no se entendría sin los fuegos pirotecno-descriptivos que usa el autor ingles.
Una fantasía urbana, que al igual que Sanderson -antes diría- se centra en la ciudad como el único espacio donde se desarrolla la trama. Una trama en la que hay cabida la tecnología a vapor, la magia y los seres alienigenas enmarcada en una sociedad proto-industrial, con su capitalismo desenfrenado, sus mafias, sus sindicatos y sus dirigentes políticos corruptos. Un novela que es todo ambiente pero que no olvida en casi-ningún momento la historia que esta contando:
Isaac es un científico fuera del circuito con sus tres compañeros, tienen un laboratorio en el que hacen todo tipo de experimentos. A la que un día aparece Yagarek un garuda, un hombre pájaro al que le han cortado las alas por el crimen de: Robo de elección en segundo grado -hasta el capitulo final no se sabe que significa realmente esto-. Le pide a Isaac que le ayude a poder volar de nuevo. Así que Isaac empieza a recolectar toda clase de seres voladores para aplicar algo del conocimiento ayudar al reflote del garuda, pero en una de estas les llega un extraño gusano que cuando se desarrolle -en la página doscientos y pico- creara el terror y el caos por toda la ciudad. Por tanto La estación de la calle perdido también es y quizas fundamentalmente una novela con monstruo.Donde el terror y las pesadillas juegan un papel esencial en la obra. Pero también es una fabula anticapitalista donde un sistema manipula a todos en su beneficio y recorta libertades aprovechando un supuesto mal mayor. China Miéville nunca a escondido su filiación de izquierdas.
La verdad que me ha costado acabar esta novela, no por desgana, ni aburrimiento, sino porque se ha de leer detenidamente porque tiene tantos detalles que te acabas perdiendo en la inmensidad de Nueva Crobuzon y en la trama algo alargada quizás pero nunca aburre, giros constantes, detalles en los que Miéville va matizando su mundo: a nivel de como se organizan las sociedades, me ha parecido fantástico todo lo que rodea a la novia de Isaac, la khepri Lin, mitad humana mitad insecto, una artista bohemia y todo ternura. Esta novela a supuesto un despertar del sentido de la maravilla constante, recargada de ideas nuevas. Especialmente recomendada para los que les guste la literatura barroca y lo extraño, pero también para los que os guste una historia con transfondo.
A pesar de algunos defectillos: demasiado larga, se va un poco por las ramas, situaciones que tardan en arrancar o el hecho que te sumerja practicamente en su mundo sin ningun proceso de descompresión -algo que me estimula- hace que andes perdido durante unas cuantas páginas. Vamos que es altamente recomendable. En las novelas posteriores que he leído del autor, este estilo barroca se diluye pero su originalidad y su planteamiento de nuevos mundos e ideas sigue impecable.
La estación de la calle perdido es su segunda novela tras El rey rata , en ella desarrolla su estilo más barroco que proseguiría -por lo que he leído- en sus continuaciones: La cicatriz y El consejo de Hierro ambientadas igualmente en este mundo llamado Bas-lag pero en otras localizaciones. En ella Miévielle juega el todo por el todo la fantasía por la fantasía, lo extraño por lo extraño, todo ello en un mundo claramente steam-punk, donde el Londres victoriano se cambia por Nueva Crobuzon. Donde el ambiente forma parte del todo, el éxito de esta novela no se entendría sin los fuegos pirotecno-descriptivos que usa el autor ingles.
Una fantasía urbana, que al igual que Sanderson -antes diría- se centra en la ciudad como el único espacio donde se desarrolla la trama. Una trama en la que hay cabida la tecnología a vapor, la magia y los seres alienigenas enmarcada en una sociedad proto-industrial, con su capitalismo desenfrenado, sus mafias, sus sindicatos y sus dirigentes políticos corruptos. Un novela que es todo ambiente pero que no olvida en casi-ningún momento la historia que esta contando:
Isaac es un científico fuera del circuito con sus tres compañeros, tienen un laboratorio en el que hacen todo tipo de experimentos. A la que un día aparece Yagarek un garuda, un hombre pájaro al que le han cortado las alas por el crimen de: Robo de elección en segundo grado -hasta el capitulo final no se sabe que significa realmente esto-. Le pide a Isaac que le ayude a poder volar de nuevo. Así que Isaac empieza a recolectar toda clase de seres voladores para aplicar algo del conocimiento ayudar al reflote del garuda, pero en una de estas les llega un extraño gusano que cuando se desarrolle -en la página doscientos y pico- creara el terror y el caos por toda la ciudad. Por tanto La estación de la calle perdido también es y quizas fundamentalmente una novela con monstruo.Donde el terror y las pesadillas juegan un papel esencial en la obra. Pero también es una fabula anticapitalista donde un sistema manipula a todos en su beneficio y recorta libertades aprovechando un supuesto mal mayor. China Miéville nunca a escondido su filiación de izquierdas.
La verdad que me ha costado acabar esta novela, no por desgana, ni aburrimiento, sino porque se ha de leer detenidamente porque tiene tantos detalles que te acabas perdiendo en la inmensidad de Nueva Crobuzon y en la trama algo alargada quizás pero nunca aburre, giros constantes, detalles en los que Miéville va matizando su mundo: a nivel de como se organizan las sociedades, me ha parecido fantástico todo lo que rodea a la novia de Isaac, la khepri Lin, mitad humana mitad insecto, una artista bohemia y todo ternura. Esta novela a supuesto un despertar del sentido de la maravilla constante, recargada de ideas nuevas. Especialmente recomendada para los que les guste la literatura barroca y lo extraño, pero también para los que os guste una historia con transfondo.
A pesar de algunos defectillos: demasiado larga, se va un poco por las ramas, situaciones que tardan en arrancar o el hecho que te sumerja practicamente en su mundo sin ningun proceso de descompresión -algo que me estimula- hace que andes perdido durante unas cuantas páginas. Vamos que es altamente recomendable. En las novelas posteriores que he leído del autor, este estilo barroca se diluye pero su originalidad y su planteamiento de nuevos mundos e ideas sigue impecable.
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