martes, 25 de agosto de 2015

Un millón de gotas de Víctor del Árbol

Laura se acaba de suicidar y su hermano Gonzalo quiere descubrir el verdadero motivo. Las causas hay que buscarlas en la historia de su padre, Elías, que fue un comunista español, piloto de aviación y heroe de la Unión Sovietica. Encontramos una novela narrada en dos tiempos; años treinta y principios de este siglo. Una tela de araña que al final converge en su centro de forma perfecta. 

La niebla tiñe esta novela en una Barcelona difusa: Gonzalo, Laura, Elías, Irina, Esperanza, Alcázar, Siaka, Ígor, Ana y  Tatiana entre otros deambulan por ella escondiendo más de lo que muestran a primera lectura. Todos tienen sus secretos, todos sus historias. Parajes que nos llevan des de un lago catalán, a la isla de Nazino en Siberia, des de el año 2002 hasta la Unión Soviética de los años 30, pasando por la guerra civil y la Segunda Guerra Mundial. Novela dura donde las haya donde se muestra una imagen del comunismo nada complaciente, como sus personajes cargados de grises víctimas y verdugos todos ellos. Una novela  amarga como pocas, dónde no hay lugar para heroes, solo vencidos.

Víctor del Árbol es un nombre que viene sonando fuerte en estos últimos años, con La tristeza del samurai gano el premio a mejor novela negra europea. Y por azar o destino manifiesto a llegado a mi esta su última novela. Un relato realmente fascinante, lírico cuando debe, violento casi siempre, explicito en su visión; con cierto toque de culebrón familiar, pero brillante en su ejecución y en la dosificación de la verdad.  Decía un retrato de la izquierda poco complaciente, un relato de la guerra civil donde no se muestra el bando fascista, La maldad esta en el propio bando, el comunismo como hidra -con mil cabezas- y Cronos devorador de sus propios hijos. Y ciertamente a mi eso me a puesto nervioso dicho sea, de paso, como virtud. 

A parte de filias político-sociales particulares, la novela me a atrapado y me a parecido una recreación brillante de las dos épocas que retrata y como único pero que le pondría es que tiene demasiado complejo "de pistola de Chejov" aquello de que si una pistola aparece en el primer acto en algún un momento se acabará utilizando, y no lo digo solo por la pistola que aparece en la novela, si no en sus personajes cada uno tiene su función  y sabes que en un momento dado tendrá su acción principal, y en algún momento disparará trastocando el relato (cosa que lo hace previsible -el relato-). Aparte de ello y ciertos cliffhangers gratuitos y algun momento repetitivos no se pierdan a Víctor del Árbol un tipo ciertamente imprescindible.



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