Arrakis es un mundo desértico donde lo que más preocupa a sus habitantes es la obtención de Agua, su sombrenombre es Dune. Para el imperio galáctico lo más valioso que hay en Dune es la especie de la melange, que es el material más valioso del universo que sirve de combustible para las naves espaciales pero también es una poderosa droga psíquica. La familia que tenia el control sobre el planeta eran los Harkonen; a partir del comienzo de esta historia la familia Atreides llega a Arrakis para substituirlos por orden del emperador.
Cuando escuché hablar sobre este libro había leído que estaba inspirado en la crisis del petróleo en Oriente Medio; cuanto menos, la premisa es similar: grandes imperios intentando dominar una fuente de energia, con múltiples corporaciones metiendo baza e intentando aniquilar a la gente local.
Dune es un mundo muy complejo ya que tenemos una cantidad ingente de facciones: el imperio, las grandes casas familiares que se reparten el universo, las grandes corporaciones que se quieren hacer con el control de la Melange y varias sectas y órdenes religiosas colisonando entre si. Y en medio de esta vorágine están los fremen, los habitantes autóctonos del planeta. Los fremen son una sociedad tribal que recuerda a los beduinos del desierto. Vamos, que la cosa está a punto de estallar y se produce una crisis planetaria que afectará a todo el imperio. Y como toda crisis, es un momento oportunidad. Así que después de unos cuantos acontecimientos el principal protagonista será Paul Atreides, el heredero de la casa de su mismo nombre. Paul Atreides será el mesías que liderará la venganza y la rebelión arrakiana.
Dune ha resultado un esfuerzo, ya que leerlo es todo un reto. Primero hay que situarse en el universo de Herbert, luego empezar a entender las diferentes sectas, familias y órdenes militares que pueblan sus páginas. Pero si algo es esta novela es intensita. Y digo intensita porque no hay capítulo en que no pase algo supuestamente transcendental. Tanto es así que el desarrollo de personajes casi se produce entre las elipsis entre capítulo a capítulo. En sus páginas puedes ver a todo el mundo con el entrecejo fruncido maquinando planes, contraplanes y asesinatos varios y todos siempre muy preocupados. No hay tiempos muertos, todo importa y eso es agotador. No hay tiempo para alegrías o bromas y casi ni para tristeza. No hay espacios donde empatizar con sus personajes más allá de los arquetipos del héroe o el villano (gordo y sodomita). En definitiva Frank Herbert planeó esta historia como una trilogía, luego tetralogía y finalmente sus descendientes la han explotado con tropecientas novelas más. Aunque al final queda un poso de querer saber más, a mí que no me esperen.
La batalla entre los Harkonen y los Atreides se ha visto como una inspiración del duelo entre Starks y Lannisters de Canción de Hielo y Fuego. Pero la ausencia de personajes carismáticos y carentes de humanidad hace que Dune se quede como una premisa de la que Martin cogió cosas.
Empecé a leer Dune a raíz de que Dennis Villeneuve estaba filmando una adaptación. Solo decir que el tono trascendente que le pone Villeneuve a sus películas le va a sentar muy bien a la novela. Porque esa atmósfera que desprende la novela se puede imaginar aliñada con una banda sonora al estilo Arrival, Sicario o Blade Runner 2049.
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