Hasta donde yo sé, porque la cosa tampoco me interesó mucho, Brandon Sanderson pidió pasta desde la plataforma Kickstarter para financiarse cuatro novelas secretas: Trenza del Mar Esmeralda es la primera de ellas. El resultado fue que batió todos los récords y pilló suficiente dinero para financiarse un piso en Manhattan.
En los inicios de este blog, en junio de 2010, Sanderson fue de los primeros autores que reseñé: Elantris, la primera trilogía de nacidos de la bruma y El Aliento de los dioses. También leí Steelheart pero no está reseñado, y ahí ya lo dejé por agotamiento.
Trenza es una chica amante de las tazas que vive en la Roca, rodeada de un mar de esporas color esmeralda. Cuando el príncipe de sus sueños es raptado por la tenebrosa bruja del mar Carmesí, Trenza se lanza a la aventura de rescatarlo. Por ello tendrá que surcar varios mares, enrolarse en una tripulación pirata y aprender a manejar las esporas. Conocerá a tres ayudantes, con cierta pinta de turbios de buen corazón, y también a una rata parlante.
No es ningún secreto que la máxima inspiración de esta novela es La princesa prometida. Sanderson crea una versión disléxica de la obra de William Goldman. Trenza enrolada con los piratas podría ser las aventuras no contadas de Wesley junto al temible pirata Roberts. Mientras Charlie sería su príncipe prometido esperando su rescate (o no). Pero a mí esta obra también me ha hecho pensar en El mago de Oz, con mares de colores cuál baldosas amarillas, personajes que encuentran su valor tras el encuentro con cierto bicho mágico y un duelo final con una bruja del oeste.
El gran acierto de la novela es su narrador, que tiene un tono irónico, divertido y algo socarrón. Y por el tono me estaba recordando poderosamente a Terry Pratchett, cosa confirmada en los agradecimientos: el propio Sanderson cita Buenos Presagios de Gaiman y Sir Terry como una de sus influencias. No en vano Manu Viciano, el traductor habitual de Sanderson, también lo fue de Pratchett.
En definitiva, tenemos una novela que combina lo mejor de la novela fantástica: Gaiman, Goldman y Pratchett. ¿Y entonces por qué no es la mejor novela que he leído en mi vida? Pues porque parece un refrito de cosas. Sanderson es con mucha diferencia el mejor constructor de mundos y sus sistemas de magias son apabullantes, pero muchas veces que parece que la historia es una mera excusa para desarrollar sus cosas. Y en sus escenarios me falta corporeidad: el diablo está en los detalles y las obras de Sanderson carecen de detalles. No mima sus espacios, con lo que en mi mente sus personajes se mueven en un croma verde y eso hace que me desenganche de sus historias. A esto hay que sumarle que estas son una suma de lugares comunes. ¿Me ha divertido Trenza del Mar Esmeralda? A ratos. ¿Me acercaré a otra novela de Sanderson? Probablente dentro de unos años.
Esta novela gustará a aquellos lectores noveles que deseen aventuras, personajes carismáticos y una narrativa potente, ya que Sanderson se inspira muy bien en los maestros citados. Trenza huele a literatura juvenil. Pero para los cuarentones resabiados y algo desencantados será una lectura posmoderna más. Pero si este libro te llega en el momento adecuado probablemente lo flipes.
Posmodernismo, esa corriente que hace que los únicos meritos de una obra sean homenajear de forma constante otras obras, para crear un deja vu, un lugar común y una zona de confort; en otras palabras, dar al lector lo que cree desear. Y de paso como va pillando referentes hacerle creer un poco más listo. Esto convierte a la sociedad en conservadora al no provocar nunca un nuevo marco de pensamiento. Y esto amigos no es lo que yo busco en un libro. En el género fantástico/ciencia ficción, yo busco que me vuelen la cabeza, que me subviertan las expectativas (¿dónde encontramos una boda roja?), cosa que Sanderson hace tiempo que no consigue y eso es un pecado capital en una novela de género.
Y ya que citamos a GRR Martin, es un autor que ha copiado mucho. Por ejemplo si cogéis la tetralogía Añoranzas y Pesares de Tad Williams encontraréis situaciones idénticas a algunas de la Canción de Hielo y Fuego. Pero Martin las coge, las subvierte y las resignifica, jugando con las esperanzas del lector; de algo viejo saca algo totalmente nuevo.
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